TOMA LA RUTA
Diario de viaje, con rumbo al sur.
Thursday, December 19, 2013
Perú: La frontera y Máncora
La frontera de Perú la crucé por las montañas, por el paso de Macará, y no por el de Huaquillas -que es el que suelen usar todos los turistas que viajan hacia el sur por la costa. El problema de tomar este paso es que el bus llega a Piura, una ciudad horrible (mucho tráfico, gente, ruido y polvo) en la que que no se puede pensar en algo distinto a buscar la forma más rápida de salir. Unas cuantas cuadras caminando con otros turistas bastaron para dar con un microbus bastante incómodo que partía con direcciòn a Máncora. Las empresas grandes de buses no hacían ese recorrido por alguna razón. Con la mochila en el techo del bus y con unos chicos peruanos muy borrachos dentro del micro, partimos hacia la famosa playa de surfistas.
Fue grato llegar a Máncora y ver el cielo despejado y el sol intenso que tanto extrañé en las playas de Ecuador. Después de caminar encontré un party hostel a buen precio, con piscina y un pequeño bar en donde conocí algunos mochileros franceses y pasábamos la tarde tomando unos smoothies de ron. Toda la acción en la noche parecía concentrarse en el hostal Loki del mar, un hostel enorme en el que podrías entrar gratis al bar mostrando tu pasaporte, y en donde la gente parecía estar todo el tiempo animada como en una película de springbreakers....
La segunda parte de mi estadía allá fue muy diferente. Logré contactar a mi amigo Daniel que estaba en el pueblo y encontré el hospedaje en que se quedaba. Un sitio mucho más barato, con paredes de esterilla y una sola ducha como para 20 personas. Había muchos hippies, algunos vivian de tocar y cantar en restaurantes y vivían super tranquilos reuniendo cada día apenas lo necesario para vivir y tomarse una cerveza en la playa.
En algún momneto de la estadía dejas de celebrar el sol y te das cuenta que en realidad el sitio es un desierto y que el sol abrasador puede llegar a ser insoportable. Terminé un día de playa y lectura con la peor insolación que recuerdo (sin importar que estuve casi todo el tiempo bajo una de las grandes sombrillas de playa que rentaban en el lugar). Entonces decidí que era tiempo de partir.
Una tarde caminando por la calle principal me encontré con mis amigas de Arizona y fue una alegría. Planeamos seguir viajando juntos a Huaraz, un lugar que se veia muy prometedor en las fotos de los viajeros. En Huaraz también planeaba encontrarme con mi amiga Ani, así que parecía que los días de viaja solo se terminaban (al menos por un tiempo).
Thursday, December 12, 2013
Vilcabamba y el Sur de Ecuador
Terminados los días de playa y felicidad, decidí tomar camino rumbo a Vilcabamba, un pueblo en las montañas del que varios viajeros me habían hablado, con fama de ser hogar de hippies y gringos retirados, y con una historia un poco mítica en torno a la longevidad de sus habitantes. Parte de la atracción de ir allá era cruzar la frontera a Perú por un paso más tranquilo y no por la frontera que siguen todos los viajeros.
De camino allá, pasé un par de días en Guayaquil, otros tantos en Cuenca y una noche en Loja. Guayaquil no me gustó mucho por ser una ciudad grande, nada bonita a excepción de la zona del faro que es preciosa y se puede recorrer desde el malecón siguiendo un camino de escalones numerados . Cuenca fue una sorpresa, una ciudad muy bonita, de casas coloniales y un río super limpio pasando por la mitad de la ciudad. Loja en cambio es un sitio de paso que es mejor olvidar.
Guayaquil
Cuenca
Vilcabamba fue una experiencia positiva en todo sentido. Desde la primera noche conocí gente extraordinaria, como Nikki, una chica austriaca que me mostró parte del pueblo y me regaló el libro que me iba a acompañar en el viaje por muchos países más: El infame On The Road, de Jack Kerouac, tal vez el mejor libro que he leído en idioma inglés. O como Ann y Sophie, dos angelitos de Alemania con quienes compartí unos días en el refugio Rumi Wilco: Un lugar lleno de senderos que vale la pena recorrer en su totalidad, siguiendo el río o subiendo la montaña hasta la cima, disfrutando de una de las vistas más increíbles del legendario valle de Vilcabamba.
El pueblo es super tranquilo y relajado, con muy buenos restaurantes y tal vez la mejor comida de Ecuador, pero se transforma un poco los sábados y hay la oportunidad de ver cosas como un bar hippie con gringos sexagenarios recordando sus años mozos bailando y escuchando una banda de rock and roll.
Hay otras imágenes por registrar: Una pareja de hippies con sus dreads caminando con sus niños rubios de 6 y 8 años también con dreads!, una van hippie con latinos que llevaban meses recorriendo toda suramérica....
Fue dificil dejar este lugar para continuar hacia la frontera a la siguiente parte del viaje: Perú.
De camino allá, pasé un par de días en Guayaquil, otros tantos en Cuenca y una noche en Loja. Guayaquil no me gustó mucho por ser una ciudad grande, nada bonita a excepción de la zona del faro que es preciosa y se puede recorrer desde el malecón siguiendo un camino de escalones numerados . Cuenca fue una sorpresa, una ciudad muy bonita, de casas coloniales y un río super limpio pasando por la mitad de la ciudad. Loja en cambio es un sitio de paso que es mejor olvidar.
Guayaquil
Cuenca
Vilcabamba fue una experiencia positiva en todo sentido. Desde la primera noche conocí gente extraordinaria, como Nikki, una chica austriaca que me mostró parte del pueblo y me regaló el libro que me iba a acompañar en el viaje por muchos países más: El infame On The Road, de Jack Kerouac, tal vez el mejor libro que he leído en idioma inglés. O como Ann y Sophie, dos angelitos de Alemania con quienes compartí unos días en el refugio Rumi Wilco: Un lugar lleno de senderos que vale la pena recorrer en su totalidad, siguiendo el río o subiendo la montaña hasta la cima, disfrutando de una de las vistas más increíbles del legendario valle de Vilcabamba.
El pueblo es super tranquilo y relajado, con muy buenos restaurantes y tal vez la mejor comida de Ecuador, pero se transforma un poco los sábados y hay la oportunidad de ver cosas como un bar hippie con gringos sexagenarios recordando sus años mozos bailando y escuchando una banda de rock and roll.
Hay otras imágenes por registrar: Una pareja de hippies con sus dreads caminando con sus niños rubios de 6 y 8 años también con dreads!, una van hippie con latinos que llevaban meses recorriendo toda suramérica....
Fue dificil dejar este lugar para continuar hacia la frontera a la siguiente parte del viaje: Perú.
Montañita!
La siguiente parada en el camino fue Montañita, una playa de surfistas en el Pacífico muy popular entre los turistas y mochileros,y paso obligado en el recorrido por Ecuador.
Montañita es un pueblo pequeño con los andenes de las calles poblados por hippies vendiendo artesanías o tocando guitarra. En los fines de semana las calles llenas de gente tomando cocktails en los puestos callejeros. Aquí se respira libertad. En el día ves a los surfistas desafiando las olas y en las noches la gente hace fogatas en la playa en la noche y se reune para tomar cerveza. Es común también ver gente fumando joints y turistas preguntando abiertamente por drogas, y abundan las rastas y la música reggae.
Tuve la suerte de dar con un hostel que aparte de muy barato (5 dólares la noche) resulto ser un sitio de reunión de gente de muy buena onda de varios países. Ecuador, Francia, Alemania, Holanda, etc. Era el primer sitio en el camino en que hacía parte de un grupo grande para cocinar, ir a la playa, ir a bailar. Los 3 días que pensaba pasar inicialmente se convirtieron en 9.
Para mí fue un punto muy importante en el camino porque encontré a una de las personas más hermosas que he conocido en mi vida (Nota para los amigos curiosos: La chica no sale en la foto). En fin, de Montañita siempre me quedarán recuerdos alegres: tomando en la playa con amigos, tocando guitarra y cantando en las calles, caminando en la playa abrazando una chica preciosa. Son un poco las cosas que hacen que la vida valga la pena.
Saturday, October 19, 2013
Puerto López y la Isla de la Plata
Después de un tiempo en la selva y en las montañas llegó el momento de viajar al mar. Sólo faltaba escoger por donde comenzar. Las islas Galápagos habían quedado descartadas porque resultó ser un plan demasiado costoso (se pueden ir 1200 dólares entre boletos de avión, alojamiento y tours, y esto solamente en una visita de unos pocos días). También quedaron por fuera de la lista las playas de la provincia de Esmeraldas porque estaban muy al norte y significaban un desvío muy largo de la ruta original de viajar hacia el sur. La mejor opción parecía ser Puerto López, un pueblo de pescadores en la provincia de Manabí, listado en las guías de viaje como un destino recomendado gracias a la posibilidad de avistar ballenas jorobadas y además porque de allí parten las lanchas que van a la Isla de la Plata.
Al llegar al sitio no era del todo lo que esperaba: Nada de sol ni cielo azul. En su lugar estaba la garúa: Una bruma permanente que cubre el cielo de la costa del océano pacífico casi todo el año.... Pero pese al clima y al cielo nublado debo reconocer que siempre es hermoso llegar al mar. Y en este caso fue bueno encontrarse con un pueblo tranquilo, en que la gente camina las calles sin afán y en el que abunda el buen pescado en los restaurantes.
A Puerto López llegué con mi amiga Tina, con quien ya llevaba varios días viajando. Recién llegamos buscamos un pequeño hotel que había visto en un listado de Trip Advisor, y que no recomiendo a nadie porque estaba al frente de un karaoke y era difícil dormir mientras cantaban a todo volumen las peores canciones de la historia. Con todo y el ruido estuvimos varios días descansando de las muchas horas de viaje acumuladas, y también esperando a nuestras amigas estadounidenses con las que habíamos planeado encontrarnos, y que en últimas nunca pudieron llegar por estar esperando un paquete de correo que tardó mas de la cuenta.
La Isla de la Plata es un lugar al que muchos llaman la "La Galápagos de los pobres" porque tiene algunas cosas en común con el famoso archipiélago, entre ellas la geografía y algunas de las especies de fauna, con la diferencia de que no cuesta una fortuna visitarla . Bastan 40 dolares por un tour de 1 día. Al averiguar por los tours nos encontramos con una buena noticia: En el mismo tour a la isla se hacía avistamiento de ballenas en el viaje de regreso!
La visita superó mis expectativas: Esperaba ver al menos una de las aves de patas azules que aparecían en la portada de la Lonely Planet de Ecuador, aunque fuera a lo lejos, y resultó que la isla estaba repleta de ellas y que caminaban por los mismos senderos que nosotros recorríamos, casi que indiferentes a nuestros pasos, realizando su divertida "caminata" de apareamiento (que evoca la torpeza de un pingüino) e incluso incubando sus huevos a pocos centímetros del camino. El recorrido de senderos (unos 8 km) nos regalaba además hermosas imágenes de acantilados rocosos y de otras especies de aves.
En el viaje de vuelta emprendimos la búsqueda de las ballenas jorobadas, que entre julio y septiembre visitan las aguas cercanas a la isla para aparearse. La época de avistamiento estaba en sus últimos días y según nos contaban ya no era tan fácil encontrarlas. Después de hora y media en alta mar se iban perdiendo las esperanzas y los tripulantes empezaban a consultar el combustible que quedaba, y entonces las vimos! Unas 3 o 4 ballenas nadando una tras de otra, a unos 80 metros de distancia de la lancha. Nos regalaron un par de saltos en los que era inevitable pensar que los hacían para nosotros, pero el guía nos aclaró que los hacen como parte de su rito de apareamiento. Esa tarde regresamos a tierra firme con caras de alegría, incluso aquellos viajeros que se marearon terriblemente en el recorrido de regreso.
Después del tour estuve solamente un día más en ese pueblo, antes de despedirme de mi compañera de viaje (quien regresaba a Quito a comenzar su largo camino de regreso a las lejanas tierras de Noruega) y emprender de nuevo la tarea a veces no tan alegre de viajar solo, mapa en mano y con la idea de seguir la anteriormente llamada Ruta del Sol (el nombre lo cambiaron porque es precisamente el sol lo que no hay la mayor parte del año en esta ruta).
Tuesday, September 24, 2013
Alausí y el tren de La Nariz del Diablo
A Alausí fuimos con la idea de hacer un recorrido de tren conocido como La Nariz del Diablo. Yo no había escuchado nada sobre el tema pero bastó un par de minutos leyendo en internet para convencerme: Un trayecto de tren en medio de los imponentes andes ecuatorianos, con un descenso que resultaba tan difícil que debía hacerse en un zig-zag, cambiando de pendiente y de dirección de avance en cada tramo. Los blogs mencionaban que se podía ir en el techo y que en algún punto los vagones inevitablemente se descarrilaban! Sonaba alucinante.
Para tomar el tren debimos reservar por teléfono un par de días antes, tomar un bus a Riobamba (2 horas) y desde ahí otro bus más (otras 2 horas) hasta Alausí, un pueblo pequeñito vigilado por una gran estatua de algún santo (el escalón más bajo en la jerarquía de la mitología católica), con un par de calles muy bonitas, una de ellas siguiendo el trazado de unos rieles de tren en muy buen estado.
Estas calles invitaban a recorrer el resto del pueblo, pero resultó que no hay nada más por ver. El resto de Alausí no es bonito y lo único para hacer en la noche es en realidad ir a dormir para tomar el tren al día siguiente.
El tren resultó ser completamente nuevo y nos enteramos que la vía férrea había sido renovada también por completo, como parte de un proyecto del presidente Correa para recuperar las vías de tren del país. Nada de sillas en el techo (había el rumor de que un turista japonés había literalmente perdido la cabeza hace unos años) ni descarrilamientos programados. El descenso en zig-zag pareció mucho más corto de lo previsto, y en general todo el recorrido fue cómodo, seguro y, por la misma razón, decepcionante.
El lugar al que se llega después del descenso es un buen sitio para tomar una foto de la montaña que da el nombre al trayecto. El nombre proviene de que la cima parece tener la forma de un rostro humano (mucha imaginación se requiere aquí) y del hecho de que la obra resultó tan difícil y con tantas víctimas que se dice que se requirió un pacto con el diablo para terminarla: Según los registros alrededor de 2.500 esclavos jamaiquinos murieron durante su construcción.
(Asumo que en el pasado no había obras mal planeadas sino "malditas").
Este valle debió haber sido un sitio hermoso en el pasado, cuando los cóndores poblaban esta montaña (su nombre original era Cóndor Puñuna, o “donde el cóndor duerme”) mucho antes de huyeran de las explosiones de dinamita que anunciaban la llegada de la civilización.
Thursday, September 12, 2013
Baños de Agua Santa
Baños es un pueblo pequeño y muy turístico ubicado en los andes centrales de Ecuador, rodeado de montañas y cascadas (algunas visibles desde el mismo centro del pueblo), y con una gran cantidad de hostales y viajeros. El turismo no sólo tiene que ver con las aguas termales y las cascadas, que dan nombre al pueblo, sino también con una gran oferta de deportes de aventura: canopy, hiking, mountain biking, puenting, rafting, paragliding, además de tours a la selva y a los volcanes cercanos.
El pueblo en sí mismo no tiene nada de especial pero al momento de bajar del bus sentí deseos de quedarme allí muchos días. Hay algo en el aire y en el clima que resulta muy agradable. Quizás en mi caso era simplemente la sensación de descansar de la fuerte humedad de la amazonia.
A falta de un compañero de viaje para llegar allá, resultaron 4: Tina de Suecia, Daniel de Alemania y tuvimos la suerte de contar con Monica y Bryn de USA, quienes habían vivido un par de meses en Baños y por tanto resultaron ser excelentes guías. Conocían muy buenos cafés, restaurantes y bares dentro del pueblo. Aparte, dimos con un buen hostel con excelentes desayunos y el improbable nombre de Hostal Transilvania!
Yo llegué enfermo con plan de buscar una farmacia y encerrarme en el hostel a descansar y recuperar fuerzas. En un par de días estaba como nuevo y me animé a acompañar a los demás a un recorrido en mountain bike por la ruta de las cascadas. Es un recorrido por la via a Puyo en que se pasa por varias cascadas -algunas para mirar desde lejos, otras más pequeñas están justo en la vía y resulta refrescante pasar por ellas, sobre todo si como en mi caso tienes la fortuna de un día soleado.
El recorrido de 18 km era casi todo descenso, sin ser del todo fácil. Casi desfallezco en los contados ascensos y sentí mucho los años de más, la falta de condición física y el no haber montado una bicicleta hace muchísimo tiempo. Pero con todo y eso, el llegar al final fue emocionante. Sin mucha pausa, comenzamos a andar el sendero al Pailón del Diablo, una imponente cascada en medio de las montañas.
Una visita a los baños termales al final de día (para aliviar los músculos adoloridos) y una cena memorable en un pequeño restaurante (Amore) fueron el cierre de un día perfecto.
***
Al regresar al hostal me entero de golpe -la primer fotografía en el face- de que mi exnovia, con quien conviví varios años, se había casado. Lo que en otras circunstancias me hubiera arruinado el día, esta vez sólo me puso pensativo, reflexionando sobre como las decisiones que tomamos nos cambian la vida... La noticia no me impidió irme a dormir teniendo en la cabeza la hermosa canción de Lou Reed:
Oh it's such a perfect day
I'm glad I spent it with you...
Friday, September 6, 2013
Wisdom Forest (Vía Tena-Talag, amazonía ecuatoriana)
Llega el tiempo de escribir de mis días en Saraswati Ahinsa Veda, un ecorefugio ubicado en la amazonía ecuatoriana y creado por seguidores del movimiento hare krishna. El wisdom forest resultó ser un agradable lugar situado en la selva (aunque a poca distancia de una carretera), con una casa que invita a meditar y relajarse, y habitada por viajeros de varias partes del mundo.
A Saraswati llegué gracias a Daniel, mi compañero de viaje en el trayecto Ipiales-Quito, quien mencionó su idea de ir a hacer voluntariado a unas ecoaldeas en la selva ecuatoriana y me pasó los links de los sitios. Al consultarlos lo que más me llamó la atención fue las fotos de los voluntarios con sus caras felices, también la posibilidad de asistir a clases de yoga y de cocina vegetariana, y la idea de trabajar con cultivos orgánicos.
Mi estadía allí fue como una desconexión del mundo exterior: Diez días sin señal de celular, sin teléfonos, sin tv ni radio, incluso sin espejos. La ecoaldea fue también una experiencia llena de "primeras veces": Primera vez en un ashram, primera vez haciendo yoga, primera vez cantando mantras. Fueron días de mañanas atareadas trabajando la tierra o ayudando en la cocina, y tardes de descanso meditando, leyendo o yendo al río a disfrutarlo sin importar la lluvia (que a veces no paraba en todo el día).
En pocos días se volvieron comunes expresiones y palabras hindús como prasadam, prabhu, maha mantra, mirindanga, krishna, hari bol, el bhagavad ghita. Traté de leer y aprender sobre los vedas y su visión del mundo aunque me costó entenderlos, por mi desconfianza hacia los dogmas, hacia la idea misma del alma, y sobre todo hacia el concepto del karma, que parece sustentar uno de los sistemas sociales más inequitativos e injustos del mundo (el de la India con sus castas, parias e intocables), pero de esto escribiré otra oportunidad. Ahora no puedo dejar de mencionar las personas que conocí allí, algunos radiantes de espiritualidad y tranquilidad, como el prabhu Varsana, y otros con una increíble experiencia de viajes, como Seth, un miembro de una comunidad indígena de Arizona, que viene viajando de hitchhiker desde Estados Unidos y de seguro llegará a su destino final que es la Tierra de Fuego.
***
En los últimos días me enfermé tal vez debido al agua que bebíamos, que no era la mejor. Iba empeorando cada dia y llegó el momento en que sentí que debía partir. Salí de allá con nuevos compañeros de viaje (una bendición del universo, como dirían los prabhus) y con rumbo a Baños, un pueblito en las montañas rodeado de cascadas y termales, muy adecuado para conseguir medicamentos, reposar y comenzar a sanar.
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