Después de un tiempo en la selva y en las montañas llegó el momento de viajar al mar. Sólo faltaba escoger por donde comenzar. Las islas Galápagos habían quedado descartadas porque resultó ser un plan demasiado costoso (se pueden ir 1200 dólares entre boletos de avión, alojamiento y tours, y esto solamente en una visita de unos pocos días). También quedaron por fuera de la lista las playas de la provincia de Esmeraldas porque estaban muy al norte y significaban un desvío muy largo de la ruta original de viajar hacia el sur. La mejor opción parecía ser Puerto López, un pueblo de pescadores en la provincia de Manabí, listado en las guías de viaje como un destino recomendado gracias a la posibilidad de avistar ballenas jorobadas y además porque de allí parten las lanchas que van a la Isla de la Plata.
Al llegar al sitio no era del todo lo que esperaba: Nada de sol ni cielo azul. En su lugar estaba la garúa: Una bruma permanente que cubre el cielo de la costa del océano pacífico casi todo el año.... Pero pese al clima y al cielo nublado debo reconocer que siempre es hermoso llegar al mar. Y en este caso fue bueno encontrarse con un pueblo tranquilo, en que la gente camina las calles sin afán y en el que abunda el buen pescado en los restaurantes.
A Puerto López llegué con mi amiga Tina, con quien ya llevaba varios días viajando. Recién llegamos buscamos un pequeño hotel que había visto en un listado de Trip Advisor, y que no recomiendo a nadie porque estaba al frente de un karaoke y era difícil dormir mientras cantaban a todo volumen las peores canciones de la historia. Con todo y el ruido estuvimos varios días descansando de las muchas horas de viaje acumuladas, y también esperando a nuestras amigas estadounidenses con las que habíamos planeado encontrarnos, y que en últimas nunca pudieron llegar por estar esperando un paquete de correo que tardó mas de la cuenta.
La Isla de la Plata es un lugar al que muchos llaman la "La Galápagos de los pobres" porque tiene algunas cosas en común con el famoso archipiélago, entre ellas la geografía y algunas de las especies de fauna, con la diferencia de que no cuesta una fortuna visitarla . Bastan 40 dolares por un tour de 1 día. Al averiguar por los tours nos encontramos con una buena noticia: En el mismo tour a la isla se hacía avistamiento de ballenas en el viaje de regreso!
La visita superó mis expectativas: Esperaba ver al menos una de las aves de patas azules que aparecían en la portada de la Lonely Planet de Ecuador, aunque fuera a lo lejos, y resultó que la isla estaba repleta de ellas y que caminaban por los mismos senderos que nosotros recorríamos, casi que indiferentes a nuestros pasos, realizando su divertida "caminata" de apareamiento (que evoca la torpeza de un pingüino) e incluso incubando sus huevos a pocos centímetros del camino. El recorrido de senderos (unos 8 km) nos regalaba además hermosas imágenes de acantilados rocosos y de otras especies de aves.
En el viaje de vuelta emprendimos la búsqueda de las ballenas jorobadas, que entre julio y septiembre visitan las aguas cercanas a la isla para aparearse. La época de avistamiento estaba en sus últimos días y según nos contaban ya no era tan fácil encontrarlas. Después de hora y media en alta mar se iban perdiendo las esperanzas y los tripulantes empezaban a consultar el combustible que quedaba, y entonces las vimos! Unas 3 o 4 ballenas nadando una tras de otra, a unos 80 metros de distancia de la lancha. Nos regalaron un par de saltos en los que era inevitable pensar que los hacían para nosotros, pero el guía nos aclaró que los hacen como parte de su rito de apareamiento. Esa tarde regresamos a tierra firme con caras de alegría, incluso aquellos viajeros que se marearon terriblemente en el recorrido de regreso.
Después del tour estuve solamente un día más en ese pueblo, antes de despedirme de mi compañera de viaje (quien regresaba a Quito a comenzar su largo camino de regreso a las lejanas tierras de Noruega) y emprender de nuevo la tarea a veces no tan alegre de viajar solo, mapa en mano y con la idea de seguir la anteriormente llamada Ruta del Sol (el nombre lo cambiaron porque es precisamente el sol lo que no hay la mayor parte del año en esta ruta).
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